lunes, 6 de diciembre de 2010

Ojalá que llueva mañana

He tardado demasiado tiempo, pero al fin lo he comprendido: todos pertenecemos a alguien y la mitad de nuestra vida vagamos perdidos por este mundo sin saber quién será esa misteriosa persona que hará tambalear nuestro mundo, pero sobe todo, nuestro corazón.

Cuando das lo tuyo, das poco. Cuando verdaderamente das, es cuando te das a ti mismo, cuando te entregas sin condiciones, sin rencor y sin límites. Pero con amor, con mucho amor. Y entonces nos damos cuenta de que la verdadera felicidad no está en las cosas grandes, ni siquiera en las importantes: la verdadera felicidad llega un día inesperado y te golpea dulcemente el alma.

Y entonces, simplemente, sé que yo existo porque TÚ existes.

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