sábado, 4 de diciembre de 2010

Y tú, ¿en qué crees?

Supongo que la vida no se vive por momentos, sino por emociones. El poder tan inmenso que tiene el amor…asusta. Porque sí, aunque muchas veces no lo sepamos ver, la gran verdad es que todo en esta vida se reduce a esto, al amor. ¿Infravalorado? Solo cuando no se ha sentido. ¿Sobrevalorado? Nunca. Porque si hay dolor, rabia, tristeza, decepción en este mundo…es porque antes ha habido amor. Muchas veces es difícil aceptar que para poder valorar la inmensidad de un momento feliz, es necesario haber pasado por un océano aparentemente eterno de malos momentos. Y entonces, sí sabremos apreciar ese momento glorioso en el que, aunque sea por solo un instante, el mundo cobra sentido.

Debemos ser merecedores de esa felicidad y no esperar nada, pero siempre, siempre, confiar. Tener fe siempre fue la clave. La fe en sentido puro, eterno, alejado de todo concepto religioso aunque a la vez sea esa la esencia. Porque en verdad, creer en lo que no vemos, en lo que tiene la mínima posibilidad de ocurrir no deja de ser fe. Creer en un día mejor, en que todo saldrá bien…creer en un milagro.

El ser humano siempre ha necesitado creer en algo, porque creer en uno mismo muchas veces no tiene con qué sostenerse.

YO…CREO EN TI

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